43 años después de Franco, ¿podría España ofrecer a Europa un futuro mejor?
(20/11/2018) El auge de Vox debería ser otro aviso para Bruselas
(Original publicado: 20/11/2018)
Tal vez empezó todo con el Sacro Imperio Romano. Tal vez se remonta todo a la Guerra de los Treinta Años, con Grocio (Del Derecho de la Guerra y de la Paz, la familia de naciones), Wallenstein y el Cardenal Richelieu (Francia, el estado nación incipiente). Tal vez Europa aún lucha con qué quiere ser, con qué debería ser o con qué podría ser. Un siglo y medio más tarde, Schiller escribió su trilogía sobre Wallenstein y Oda a la Alegría y Beethoven lo metió en su Sinfonía nº9, y un siglo y medio más tarde eso se convirtió en el himno de la Unión Europea. La Paz de Westfalia, que puso fin a aquella guerra, nos regaló los estados nación y la diplomacia moderna.
En su Grand Strategy, el profesor de la Universidad de Yale, Charles Hill, escribe que Hitler “admiraba la ambición de Wallenstein por perseguir el ejercicio del poder más allá de las fronteras alemanas”. Tras la Segunda Guerra Mundial y la destrucción de Hitler, los organismos supranacionales se pusieron de moda: la OTAN, las Naciones Unidas y la Comunidad del Carbón y del Acero, que luego metieron en la Comunidad Económica Europea, que luego se convirtió en la Unión Europea. El estado nación, como comentó hace poco el director del Real Instituto Elcano, Charles Powell, se transformó en el estado miembro.
Tan sólo unos meses antes de la muerte de Franco, el Reino Unido decidió en un referéndum permanecer en la Comunidad Económica Europea (67% a favor vs. 33% en contra) pero nunca desaparecería el euroescepticismo británico. La España de los años setenta, tras la muerte de Franco y durante la Transición, soñaba con Europa. Esa Europa moderna, desarrollada y supranacional siempre ha formado parte del sueño moderno español, de manera transversal, lo cual explica la ausencia de partidos euroescépticos aquí, a la derecha o a la izquierda. La Unión Europea significaba el progreso, el crecimiento económico y la fraternidad constructiva después de siglos de guerras. Ayudó a solucionar el problema de la reunificación alemana, el problema de los países del Éste, e incluso los problemas de Irlanda y de Gibraltar. Durante un tiempo.
43 años después de la muerte de Franco y del referéndum británico, sin embargo, y en el 40 aniversario de la Constitución española, el plan ya no avanza según lo previsto. En el Reino Unido, el Brexit se ha enturbiado con el problema de la frontera irlandesa, que en realidad va de la soberanía, no de la normativa aduanera. El cambio (regreso) de estado miembro a estado nación se está complicado. En España, los separatistas catalanes vieron en la Unión Europea una manera de deshacerse del estado nación español del todo o, mejor dicho, vieron en la UE un atajo que les permitiría crear su propio estado nación que juraron que sería un estado miembro leal. Ese estado nación español puso fin a la revuelta durante un tiempo, con la ayuda de la Constitución de 1978, y no obstante la aplicación poco imaginativa que hizo el Sr. Rajoy de ella en 2017. Tal vez los separatistas dirían que si no fuera por ese estado nación español, no se habría producido ninguna crisis.
El Brexit y Cataluña no son los únicos problemas europeos que han mutado desde la crisis financiera de 2008: Grecia, el paro masivo, los migrantes en el Mediterráneo que apuestan todo en su sueño europeo, y ahora también Italia con el Sr. Salvini y qué hacer con esos inmigrantes una vez que han llegado; es una situación problemática desde la perspectiva de Bruselas. La inmigración es clave pero también hay un enfrentamiento importante en torno a los presupuestos de la tercera mayor economía de la eurozona. Luego tenemos Polonia con sus jueces. Los partidos nacionalpopulistas están en auge en múltiples países europeos. En España, uno de los países más eurófilos, las encuestas sugieren que Vox podría ganar su primer escaño, o incluso escaños, en el parlamento andaluz. Eso les bastaría para cosechar más titulares y más entrevistas y más tiempo delante de las cámaras de televisión, lo cual les posicionaría muy bien de cara a las municipales, autonómicas y europeas el año que viene (y quien sabe si generales también, tras las declaraciones de hoy del Sr. Sánchez).
Además de los temas identitarios (Gibraltar, los toros, el jamón), Vox está subiendo vídeos de la gente normal abandonada por el sistema vigente durante los últimos 40 años: esa Europa supranacional que llega a la Andalucía autonómica mediante la España estado nación. Esa Andalucía donde nadie ha sido capaz de echar al PSOE desde 1982. Esa estrategia mediática, si consigue para Vox los escaños previstos, sería un aviso para España para el año que viene y debería considerarse un aviso para el resto de Europa también. No en el sentido de peligro inminente—el Sr. Abascal participa muy legítimamente en el sistema democrático—sino en el de ser otro síntoma más de que el proyecto europeo podría mejorarse un poco. Con todo, 25 años (desde el Tratado de Maastricht en 1992), o 16 años (desde la llegada del euro en 2002), no es un periodo de tiempo muy largo a nivel histórico.
¿Y hasta dónde puede llegar la acumulación supranacional de la soberanía en la realidad? Hace 10 años, se hablaba de unos Estados Unidos de Europa como el siguiente paso lógico para el proyecto pero la crisis financiera se encargó de tumbar aquel sueño. ¿El Brexit hará que los países núcleo vuelvan a apostar por aquella visión? El Presidente Macron y la Canciller Merkel hablan de un Ejército Europeo y de unos presupuestos para la eurozona. ¿Dotar a la Unión Europea de ejército y presupuestos y todo el tema no sería convertir Europa en un estado nación gigante?
¿Los españoles quieren entregar esas partes de su soberanía a Bruselas también? ¿Podrá España aprovecharse tanto del Brexit como de la situación en la Italia de Salvini para colocarse en una posición de liderazgo en esa Unión Europea? ¿Por qué no han movido ficha ya los políticos y los diplomáticos españoles? ¿Podría Madrid ofrecerle a Europa una visión para un futuro mejor para todos? ¿O ha frenado el cambio de un sistema bipartidista a otro con cuatro o cinco partidos cualquier oportunidad de articular planes potentes durante una generación? ¿Ya está España, igual que otros estados miembros en esta Europa supranacional, demasiado liada con los marrones nacionales?