¿Conseguirán el PSOE y Podemos traer a Franco al centro de Madrid?
(06/11/2018) ¿Al Gobierno se le acaba la paciencia con la familia Franco, con las prisas por desterrarlo antes de las elecciones?
(Original publicado: 06/11/2018)
Parecía que iba a ser una victoria rápida, potente y muy simbólica para el flamante gobierno socialista nuevo de Pedro Sánchez durante el verano, con la mayor cantidad de mujeres en un Consejo de Ministros de toda la historia, e incluso un ex astronauta. Una energía progresiva nueva después de seis largos y secos años de derechas, reforma laboral, paro y austeridad. El mayor trofeo político socialista estaba al alcance de la mano: desenterrar a Franco y echarlo del Valle de los Caídos. En mayo de 2017, el Congreso incluso había aprobado una moción a favor de la exhumación y el Partido Popular (PP), entonces en el gobierno, se limitó a abstenerse. Un año antes, sólo una diputada popular, Celia Alberto, se había "equivocado" dándole el botón del “no” cuando llegó el momento de la votación.
Poco había obstaculizado al Sr. Sánchez en su camino hacia tal magno premio, justo a tiempo para el ciclo electoral de 2019, con todas esas municipales, autonómicas y europeas. Los socialistas habían decidido convocar unas elecciones generales anticipadas también: "¡Somos el partido de izquierdas que por fin echó a Franco!", gritaba el Presidente en los mítines. El público aplaudía, las cámaras de televisión lo grababan todo y, llegado el gran día, los votantes se amontonaron en los colegios electorales. El PSOE, además de vencer a la derecha y copar el poder en todos los niveles alrededor del país, le dio también una buena lección a Podemos, cuatro años después de que Pablo Iglesias dijera que su principal objetivo estratégico no era Moncloa sino dominar a la izquierda española durante una generación.
Pero la Historia no está siguiendo el gran plan.
Tal vez, como sugirió James Badcock en el podcast la semana pasada, el nuevo Gobierno esperaba que la familia Franco lo llevara tranquilamente a un pueblo pequeño, incluso diminuto, de Galicia, del que nadie había oído hablar nunca. Cuanto más remoto, mejor. Desenterrarlo, entregarlo, avisar a algún sacerdote para abrir una Biblia y decir un par de oraciones, y listo. Un cementerio tranquilito, donde llueve mucho, a varias horas de carretera de cualquier ciudad o pueblo más normal, alejado de los grandes grupos de personas, y preferiblemente sin acceso a la autovía. España es un país grande, no olvidemos, con un montón de zonas vacías en las que se puede perder en un momento a un conocido ex dictador.
La familia y la Iglesia, sin embargo, no le están siguiendo el juego al ejecutivo socialista, dueños como son de una cripta, no en una iglesia pequeñita sino en una catedral, y no en cualquier catedral, sino en la catedral de la Almudena, en todo el centro de Madrid, justo al lado del mismo Palacio Real, justo en la plaza preferida de Franco en toda la capital, la Plaza de Oriente, con sus hermosos jardines y estatuas entre el palacio y el Teatro Real, justo en el antiquísimo corazón del Madrid de los Austrias, y justo delante de los millones de turistas que visitan la capital cada año, con fácil acceso a pie, en coche, en taxi, en autobús o en metro.
Y posiblemente la familia querrá que lo vuelvan a enterrar con honores militares. Han citado una ley aprobada por el anterior gobierno socialista como la referencia correcta. El gran plan del Sr. Sánchez va de camino al fracaso y podría traerles problemas a Podemos en el Ayuntamiento también.
El mismo Vaticano se metió en el lío la semana pasada, emitiendo una declaración no muy diplomática para negar un comunicado del Gobierno que anunciaba que había acuerdo para no enterrar a Franco en la Almudena. Ciertos presentadores de radio y sus invitados se rieron de forma poco caballeresco del escote de la Sra. Vicepresidenta y el Ministro de Fomento, el Sr. Ábalos, empezó a despotricar un poco en el paredón de Paterna (Valencia), que si eso menos “arrogancia” y más “humildad” de los familiares. Insultar a la otra parte en una negociación importante no tal vez no sea el mejor enfoque.
Por lo tanto, parece probable que Franco no sea exhumado antes del 20 de noviembre, el cuadragésimo tercer aniversario de su muerte, y también parece cada vez más probable que esa victoria rápida y urgente del nuevo gobierno (“No vamos a perder ni un minuto más”, dijo la Vicepresidenta en agosto) se aleje ya al año que viene para estrellarse sin solución contra todas esas campañas electorales. El impulso ahora recae en la familia: lo único que tienen que hacer es seguir insistiendo en volver a enterrar a su abuelo en la Catedral de la Almudena. En vez de llegar el Presidente a los mítines con un histórico trofeo socialista bajo los brazos, los partidos de la oposición podrán ofrecer una prueba más de la incompetencia de la izquierda en el gobierno: "¡Ni siquiera saben desenterrar a Franco!".
Oliendo la sangre, el PP y Ciudadanos, que controlan la Mesa del Congreso, anunciaron el lunes que seguirán extendiendo el plazo durante el cual se puede presentar enmiendas a la reforma de la Ley de Memoria Histórica—la legislación que usa el Gobierno para echar a Franco del Valle de los Caídos. Ese truco, dice El Diario, ha servido para seguir aplazando otros proyectos de ley desde 2016.