¿Cuatro elecciones generales en cuatro años?
(28/07/2019) En teoría, las coaliciones son posibles, pero no en la política española.
(Original publicado: 28/07/2019)
España ha estado aquí antes. En 2015-2016, el bipartidismo reinante desde los años setenta se convirtió en el cuatripartidismo con la llegada y el auge de Podemos y Ciudadanos en los meses anteriores a la primera votación. Dos elecciones generales y dos debates de investidura, ambos con dos votaciones en los candidatos propuestos para Presidente del Gobierno—Pedro Sánchez y Mariano Rajoy—no lograron una solución, que sólo llegó cuando echaron a Pedro Sánchez de Ferraz para cambiar el voto del PSOE a una abstención y permitir la reelección de Rajoy, en la sexta votación al final del tercer debate.
Tardaron 10,5 meses. El gobierno minoritario del PP no era fuerte y tuvo que emplear sus energías en lidiar con la tóxica crisis separatista.
Este año, el auge de Vox, dirigido por Santiago Abascal e impulsado entre otras cosas por dicha crisis separatista, ha convertido la política de cuatro partidos en la política de cinco partidos a nivel nacional, con el PSOE y Podemos a la izquierda, el PP, Ciudadanos y Vox a la derecha y el batiburrillo de regionalistas, nacionalistas, y partes de Podemos salientes de Cataluña, el País Vasco, Galicia, Valencia, Navarra, las Islas Canarias y ahora incluso Cantabria. Seis grupos, a efectos prácticos.
Ninguno se acercó a una mayoría absoluta (176 escaños de los 350 en el Congreso) en las elecciones generales del 28 de abril. El bloque de derechas—si Ciudadanos acepta saludar a Vox—sólo suma 147: les faltan 29. Los nacionalistas de derechas (PNV, Coalición Canaria, Navarra Suma y Junts per Catalunya) sumarían otros 17 escaños, dando un total teórico de 164 escaños para los partidos de la derecha en el Congreso. Pero obviamente hay cero posibilidades de que Ciudadanos, el PP o Vox hagan algo con el partido del Sr. Puigdemont en estos momentos.
El bloque de izquierdas—el PSOE y los distintos fragmentos de Podemos—suma 166: les faltan 10. Los nacionalistas de izquierda (Bildu, Esquerra y el Partido Regionalista de Cantabria) suman otros 20 escaños, lo que daría una mayoría de 10 escaños entre todos, pero hemos visto que en realidad los dos partidos clave, el PSOE y Podemos, han demostrado estar enfrentados y no capaces de llegar a ningún acuerdo. Como candidato oficial propuesto por el Rey, Pedro Sánchez ha fracasado en su intento de formar una coalición viable, incluso con los que teóricamente están más dispuestos a echarle una mano, y ahora tampoco es el candidato.
Sólo el propio PSOE y el único diputado regionalista cántabro votaron a favor, sumando 124 escaños; los diferentes partidos de la derecha (PP, Ciudadanos, Vox, Junts por Catalunya, Navarra Suma y la Coalición de las Islas Canarias) votaron en contra, sumando 155; y los otros partidos de la izquierda (Podemos, Esquerra y Bildu, junto con el PNV) se abstuvieron con sus 67 votos. El Rey, de momento y de manera sabia, no hará una nueva ronda de consultas con los partidos y el reloj ya avanza despacio hacia las siguientes elecciones generales, si no son capaces de ponerse de acuerdo antes de finales de septiembre.
Serían las cuartas elecciones generales en España cuatro años y, al igual que en 2016, nada garantiza que el resultado sea muy diferente.
En un mundo con políticos mayores de edad, algún tipo de acuerdo de coalición o de apoyo parlamentario constitucionalista entre el PSOE, el PP y Ciudadanos sería posible, o una opción socio-liberal más centrista entre el PSOE y Ciudadanos, pero en este mundo real, las animosidades personales, las posiciones ideológicas incompatibles y los niveles generales de testosterona parecen excluir cualquier acuerdo de ese tipo, lo cual deja como opciones otro intento de coalición de izquierdas—ya descartada el viernes por la Vicepresidenta en funciones, la Sra. Calvo—o un gobierno minoritario del PSOE apoyado por Podemos y los distintos nacionalistas en el Congreso, según vayan presentándose los proyectos de ley.
¿Ese gobierno de minoría socialista llegaría a aprobar unos presupuestos? ¿Qué harían esos presupuestos con los impuestos y el gasto público? ¿Qué haría ese gobierno con el desafío separatista, tanto la sentencia del juicio que se espera para otoño como la cuestión política más amplia? ¿Cuál sería la tentación?
A finales de julio, unas nuevas elecciones generales en noviembre parecen más probables que no.