Día 3: ¿por qué la Guardia Civil no rastreó la finca de Rodalquilar antes?
(11/09/2019) Los tíos de Gabriel Cruz durmieron dos noches en la casa sin saber que su sobrino estaba enterrado al lado de la piscina.
(Original publicado: 11/09/2019)
¿Mató Ana Julia Quezada a Gabriel Cruz con alevosía y de manera premeditada, como quieren demostrar la Fiscalía y la acusación popular al pedir una condena por asesinato, o lo mató de manera involuntaria tras intentar acallarle en la finca de Rodalquilar, como sostiene su defensa? ¿Por qué la Guardia Civil no pudo localizar al niño antes, si tantas sospechas levantaba la acusada?
La casa en cuestión es propiedad de Francisco Cruz Sicilia (47 años, el hermano de Ángel, tío de Gabriel y padre de la prima Mabel, quien testificó a puerta cerrada ayer) y hasta febrero de 2018 había estado alquilada. En ella se encontraron restos de ADN de uno de los inquilinos, que fue descartado como sospechoso durante la investigación.
La tarde que desapareció Gabriel, el Sr. Cruz Sicilia trabajaba en Almería, su mujer en Málaga y las dos hijas, las primas de Gabriel, estaban en casa en Campohermoso. Allí dejaron a Gabriel la abuela y Ana Julia Quezada mientras se fueron a hacer la compra. Según su padre, era imposible que las niñas aceptaran irse a comer a las Hortichuelas—como ha sugerido la acusada—porque una de ellas estaba malita y su hermana no la iba a dejar sola.
El Sargento Primero que hizo de enlace con la familia durante la búsqueda de Gabriel, con un contacto "directo, estrecho y diario" con todos, ha testificado en este tercer día del juicio que tras la desaparición del niño el martes 27 de febrero a primera hora de la tarde, la abuela "estaba totalmente traumatizada […] no podía articular palabras".
Preguntado por qué no habían rastreado mejor la finca de Rodalquilar desde el primer día—dada la presencia de la acusada en esa propiedad en las horas en las que Gabriel desapareció—el Capitán jefe de la Policía Judicial ha contestado que "a simple vista, no hay nada para indicar que haya habido un hecho violento", ni allí ni en la casa de la abuela en las Hortichuelas: "no había rastros de sangre, no había nada".
"Estábamos buscando un niño vivo", ha relatado el Teniente instructor de la investigación: "tampoco se precintó la casa de las Hortichuelas".
El Sr. Cruz Sicilia y su mujer llegaron a pasar dos noches durmiendo en la casa mientras participaban en la búsqueda de su sobrino, sin saber que ya estaba enterrado entre el edificio y la piscina. Sobre las ocho de la mañana del día siguiente, el 28 de febrero, prepararon café para desayunar antes de seguir con la búsqueda y el Sr. Cruz Sicilia salió fuera a la zona de la piscina: no vio nada extraño, ni se dio cuenta de las maderas apiladas en el suelo.
Sólo le pareció notable ver un hacha, una pala y un rastrillo "muy bien ordenadas" en el suelo (al lado de donde estaba enterrado Gabriel), "como unos bolígrafos en una mesa".
"Estas herramientas no son mías", pensó. La pala—que ha reconocido al enseñársela la agente judicial—era de otro cortijo, posiblemente, que la familia había vendido, y había estado en la casa de su madre en Las Hortichuelas. También ha reconocido físicamente el hacha ante el tribunal: "en la casa de Rodalquilar, no estaba el hacha". El rastrillo sí estaba. La acusación popular intenta demostrar que la acusada actuó de manera premeditada llevando las herramientas al lugar del crimen, donde antes no estaban.
"Eran elementos de jardinería en una zona de jardinería", ha dicho el Teniente al ser preguntado si le parecían relevantes durante una primera inspección leve de la finca, que la Guardia Civil no volvería a pisar hasta el día 11 de marzo, cuando fotografiaron a la acusada sacando el cadáver de Gabriel de la pequeña fosa donde le había enterrado.
Durante esos días de la búsqueda, Quezada asumió la comunicación y el protagonismo de la relación entre la Guardia Civil y Ángel Cruz, el padre de Gabriel, según han testificado tanto el Teniente instructor como el Sargento Primero. En un primer momento, su madre, Patricia Ramírez, no expresó dudas a la Guardia Civil sobre la acusada, según el testimonio del Capitán jefe de la Policía Judicial de Almería.
El día 2 de marzo, en una de las batidas, la acusada se cruzó con su ex-marido, Sergio M. García, y señaló al Sargento Primero la furgoneta blanca de éste, "sembrando dudas sobre ese señor". Ya le había mencionado el día 28: "He sido testigo directo de cómo Ana Julia intentaba dirigir la investigación sobre Sergio".
"Ángel estaba obsesionado con la furgoneta blanca", ha relatado. Tanto el padre de Gabriel como Elisabeth Requena, quien testificó ayer, declararon a la Guardia Civil que la acusada les había llevado hasta la casa de Sergio.
Ese mismo día, Quezda "perdió" su móvil—aunque fue encontrado y devuelto a su dueña—y "el día tres por la mañana, lo vuelve a perder", ha dicho el Teniente, quien ha añadido que "si no fue todos los días a la finca de Rodalquilar, fue el 98% de los días". Decía que sentía "paz" allí. "Sus visitas eran prácticamente de 10 minutos".
También ese sábado 3 de marzo, "extrañamente", en palabras del Capitán jefe de la Policía Judicial, apareció la camiseta blanca y a partir de ese momento "priorizamos" a la acusada en la investigación.
Un policía local, amigo personal de los padres de Gabriel y responsable de esa zona de búsqueda ese día, ha testificado que se encontró con el Sr. Cruz, quien le explicó que había aparecido la camiseta tras encontrarla la acusada: "me sorprende porque yo ya había pasado por allí". Era una zona "donde ella sacaba a los perros con su ex pareja".
El Sr. Cruz contó al agente que la camiseta estaba seca, a pesar de que ese día había llovido. El Sr. Hernández Thiel para la defensa le ha preguntado si en ese momento sospechaba inmediatamente de la acusada. "Sí", ha contestado.
El Sargento Primero ha ratificado el incidente con la camiseta: le llamó el Sr. Cruz para decirle que "Ana ha encontrado una camiseta que es de Gabriel […] ella dice que huele a él". La casa del Sr. M. García se encontraba a unos "700m o 1 kilómetro" de distancia del lugar en el que se encontró la prenda.
Esos días, "el teléfono lo cogía ella, preguntaba qué se sabe sobre la investigación", según el Sargento. A la Guardia Civil le resultaba difícil seguir a Quezada "porque salía ella y salían tres vehículos de periodistas detrás", ha dicho el Teniente.
El día 5 de marzo, el Sr. Cruz Sicilia y su mujer volvieron a la finca de Rodalquilar—de nuevo sin saber que su sobrino estaba allí enterrado—y vieron a la acusada allí fumándose un cigarro, "muy, muy nerviosa", "estaba muy inquieta". El tío de Gabriel no ha recordado si había más maderas en el suelo, "el conjunto de la tabla [de la piscina cubierta] estaba".
El día 11, la acusada "extrae un cadáver del suelo y lo mete en el maletero", en palabras del Capitán jefe de la Policía Judicial de Almería. "Observamos que saca algo que morfológicamente se parece a un cuerpo", ha relatado el Teniente instructor: "estaba enterrado en una fosa muy pequeña".
Hasta ese día, no sabían ni sospechaban que Gabriel estaba allí.
Escucharon en el audio del micrófono que habían colocado en el coche de Quezada que decía "no quieren un pez, les voy a dar un pez mis cojones". También se dijo a si misma: "Tranquila, Ana, no vas a ir a la cárcel".
Siguió un camino "totalmente errático" en su coche durante aproximadamente una hora hasta llegar al pueblo de Vicar (Almería), donde se dio la orden de intervenir y detenerla, cuando estuvo a punto de aparcar en un garaje. La acusada dijo que el bulto y la toalla en el maletero no eran nada, sólo del perro.
"Buscábamos a un niño vivo", ha dicho el Teniente. Preguntado por la acusación particular por qué no habían detenido a la acusada en la finca de Rodalquilar, el oficial ha contestado que "queríamos saber si había alguna persona más" implicada en el crimen.
En el bolso, llevaba 10 o 12 pastillas en dos blisters. La acusada ha alegado durante el juicio que pretendía suicidarse ese día pero tal cantidad de pastillas difícilmente conseguiría tal objetivo. Los agentes también hallaron una pequeña cantidad de cocaína en la casa de Vicar.
La Guardia Civil de Almería contactó con la de Burgos para indagar sobre "el modo de vida anterior" o "las posibles motivaciones" de Quezada. El Capitán jefe de la Policía Judicial de esa ciudad ha testificado por videoconferencia que las personas que la conocían allí habían declarado que era una mujer "fría, calculadora y absolutamente manipuladora", fría en momentos privados, más cercana en momentos más sociales.
Denunció a la hermana de una ex pareja por decirle ésta que era una "negra de mierda, vete a tu país". La separación de su ex marido, Miguel Ángel Redondo (padre de Judith Redondo Quezada, quien testificó via videoconferencia ayer), con quien estuvo casada entre 1992 y 2009, se produjo al final cuando acabaron los 93.000 euros que habían ganado en la lotería en el año 2004.
El Capitán ha confirmado al Sr. Hernández Thiel, para la defensa, que el Sr. Redondo fue condenado por violencia de género en una época en la que negociaban la pensión que pagaría el ex marido, y que Quezada había trabajado en una carnicería.
Las tres partes han renunciado al testimonio del Sr. Redondo. La magistrada ha avisado a los letrados, de nuevo, que ninguna pregunta sobre la muerte de la otra hija de la acusada, en Burgos hace varios años, se iba a permitir.
Ana Julia Quezada Cruz (República Dominicana, 1974) está acusada de asesinato con respecto a la muerte de Gabriel Cruz, 8 años, en marzo de 2018, de dos delitos de lesiones psicológicas, con respecto a los padres del niño, Patricia Ramírez y Ángel Cruz, y de un delito contra la integridad moral, con respecto al padre.
El juicio sigue mañana por la mañana en la Audiencia Provincial de Almería. El jurado de 9 personas, compuesto de siete mujeres y dos hombres, está presidido por la magistrada Alejandra Dodero. La Fiscalía solicita la prisión permanente revisable.