Día 5: no había ni sangre de Gabriel ni ADN de la acusada en el hacha, testifican los forenses de la Guardia Civil
(13/09/2019) Los abogados se enzarzan por las posibles interpretaciones del ADN en el hacha. Son interpretaciones, no hechos, sentencia el agente que realizó los análisis.
(Original publicado: 13/09/2019)
Durante el quinto día del juicio, la sala ha visualizado la secuencia de imágenes en color del levantamiento del cadáver de Gabriel tomada por la Guardia Civil en la Comandancia de Almería, en una zona precintada, cuando llegó el coche de la acusada desde Vicar, y ha oído el testimonio de los agentes que realizaron la inspección inicial en presencia del magistrado instructor.
También han testificado agentes forenses sobre el ADN encontrado en las herramientas y en la casa de Rodalquilar y los agentes que realizaron la recogida de muestras en la finca al día siguiente de su detención, el 12 de marzo de 2018.
Sin ser necesario contar todos los detalles de las imágenes del maletero del coche, en la mochila de Quezada, incautada en el Nissan Pixo, quedó aclarada la cantidad de blisters de pastillas que llevaba en distintos paquetes de medicamentos: seis, y "en todos los blisters faltaban comprimidos", ha testificado uno de los agentes. También había una receta a nombre de Ángel Cruz y un cubo de fregona azul.
La acusada alega que pensaba suicidarse el día que fue detenida.
Dos agentes del laboratorio químico de la Guardia Civil han testificado que la tierra encontrada en el maletero del coche y que cubría el cadáver era de la finca de Rodalquilar, "en todos los aspectos químicos".
En el coche también había dos pequeñas manchas de sangre, mezclada con la tierra, junto al faro trasero derecho y en el respaldo trasero. El calzoncillo del menor llevaba una tercera pequeña mancha de sangre, pero no debida a una herida en esa zona del cuerpo del menor.
Con respecto a las herramientas encontradas en la finca—la pala, el hacha, el rastrillo y un martillo (esa última un elemento nuevo en la sesión de hoy), no se encontraron restos de sangre de Gabriel, según los dos agentes del laboratorio de la Guardia Civil que realizaron dichos análisis.
No había sangre ni ADN en las piedras, ni en cuatro muestras de la fregona, ni en un fragmento de baldosa de la habitación donde ocurrió el crimen.
En nueve muestras que se tomaron del hacha—tanto en la parte de la cabeza de hierro como en el mango de madera—sólo se encontró un perfil genético de Gabriel—y no de la acusada—en dos de ellas, y tampoco con restos de sangre.
Preguntado por la fiscal, Elena María Fernández, si eso significaba que había dos posibilidades para cómo llegó el ADN de Gabriel al hacha—porque lo sostuviera en sus manos el propio menor en algún momento o porque una tercera persona tocara a Gabriel primero antes de tocar el hacha—el agente ha contestado que "tanto una como otra opción serían posibles".
Que sostuviera el hacha en sus manos Gabriel—mientras insultaba a la acusada ese día—es la tesis de la defensa.
El Sr. Torres, dándose cuenta del desliz de la fiscal, ha preguntado rápidamente al agente si una tercera opción no podría ser que el ADN de Gabriel llegara al hacha porque alguien le hubiese dado un golpe previo con la herramienta.
"Por supuesto", ha contestado: "claro que es compatible".
El Sr. Hernández Thiel ha reconfirmado, sin embargo, la línea de la fiscal, favorable a la estrategia de su cliente, sacando al agente experto que "no sabemos" cómo llegó el ADN del menor al hacha, e incluso confirmando que había repetido "hasta la saciedad" que eran interpretaciones plausibles las tres opciones, no certezas científicas.
Si hay tres opciones plausibles, ninguna interpretación es cierta prueba de nada.
"De un montón de muestras, no detectamos sangre" de Gabriel en la finca, ha concluido, salvo una pequeña mancha en el bordillo de la puerta de aluminio que lleva de la habitación al patio al lado de la piscina.
Sí confirmaron las pequeñas manchas de sangre de Gabriel en el maletero del coche y el calzoncillo del niño, y otra pequeña mancha de sangre en la camiseta blanca interior encontrada en el contenedor en Retamar, en el borde inferior trasero de la prenda.
En la secuencia de fotos de la inspección exhaustiva que realizó la Guardia Civil, destacó el pequeño tamaño del hoyo improvisado donde enterró Quezada a Gabriel. Uno de los agentes que había realizado la recogida de muestras lo describió como "un pequeño desnivel, un hundimiento al lado de la piscina", estimando su tamaño en 60 x 40 centímetros.
Tampoco era un hoy muy profundo, y se han visualizado las fotos de las numerosas maderas que se apilaron encima.
Tal como testificaron otros agentes ayer, el hacha se encontró no al lado de la piscina expuesta de manera ordenada con las demás herramientas, como había testificado el hermano del Sr. Cruz, sino en otra zona trasera de la casa, medio escondida detrás de otra pared.
Un martillo que encontraron al otro lado de la piscina no ha tenido más trascendencia para el caso.
En las fotos de la casa, se vio que había varios cubos de fregona, no sólo uno, y una variedad de utensilios usados para pintar, incluso un bote de pintura: alguien había estado, efectivamente, pintando esa casa en algún momento previo al crimen.
La sala visualizó la foto de la pequeña mancha de sangre en el bordillo de la puerta de la habitación.
El Sr. Hernández Thiel ha seguido con su estrategia de protestar por indefensión debido a la negativa de la magistrada de alterar a su gusto el orden de preguntas a favor de su cliente.
Ana Julia Quezada Cruz (República Dominicana, 1974) está acusada de asesinato con respecto a la muerte de Gabriel Cruz, 8 años, en marzo de 2018, de dos delitos de lesiones psicológicas, con respecto a los padres del niño, Patricia Ramírez y Ángel Cruz, y de un delito contra la integridad moral, con respecto al padre.
El juicio sigue mañana por la mañana en la Audiencia Provincial de Almería. El jurado de 9 personas, compuesto de siete mujeres y dos hombres, está presidido por la magistrada Alejandra Dodero. La Fiscalía solicita la prisión permanente revisable.