Día 7: Quezada pide perdón mientras la Fiscalía se pelea con la acusación particular sobre cómo mató a Gabriel
(17/09/2019) La sala ha escuchado discrepancias insólitas entre la Fiscalía y la acusación particular sobre los detalles de cómo murió Gabriel Cruz. De ello dependerán el veredicto y la condena.
(Original publicado: 17/09/2019)
Fiscalía: "Absolutamente imperturbable, fría y ajena al dolor de la madre", "el niño se resistió muchísimo"
Torres: "Con toda seguridad va a matar a más niños. Estoy convencido de que Gabriel no es el primero"
Hernández Thiel: "Si fue premeditado, fue la mayor chapuza que aquí se ha visto jamás", "¿cómo dices a tu pareja 'acabo de matar a tu hijo'?"
Quezada: "Que Dios me perdone"
El séptimo día del juicio ha comenzado con la lectura de una carta inédita escrita por la acusada y enviada al padre de Gabriel Cruz, Ángel, el 17 de abril de 2018, apenas dos meses después del crimen. En ella, Ana Julia Quezada le dijo al Sr. Cruz que "no tengo excusas por lo que hice", "lamento todo el daño que he hecho" y que "pido de todo corazón perdón".
Negó en la carta que sus acciones fueran premeditadas: "no pude sacar fuerzas para decírtelo".
"El miedo te bloquea y eso me pasó a mi".
La mayor parte de la mañana se ha dedicado a los informes finales de las tres partes: la Fiscalía, la acusación particular (los padres) y la defensa han hablado cada uno durante aproximadamente una hora. Notablemente, ha habido un importante rifirrafe jurídico entre la Fiscalía y la acusación particular—que no la defensa—sobre cómo Quezada mató a Gabriel realmente.
Aunque "los motivos están en su mente", la fiscal, Elena María Fernández, con un lenguaje lleno de referencias técnicas, ha sostenido que queda "suficientemente acreditado" que Ana Julia Quezada asesinara a Gabriel Cruz el 27 de febrero de 2018 poco tiempo después de llegar a la finca de Rodalquilar propiedad de la familia de su entonces pareja y padre del menor, Ángel Cruz.
"¿Quién puede matar a un niño?", se ha preguntado. La acusada "reconoce el hecho de dar[le] muerte" y ha demostrado "una inquina y aversión injusta" y "una intencionalidad perversa". El vínculo afectivo entre padre e hijo "le incomodaba" y decidió "romperlo" para poder reempezar su propia relación sentimental con el Sr. Cruz.
Es una mujer "absolutamente imperturbable, fría y ajena al dolor de la madre", Patricia Ramírez, "plenamente consciente de lo que quería hacer" y que "miente desde el minuto uno", sólo recordando "lo que le interesa" y mostrando "una angustia fingida".
Dejó a su primera hija pequeña en República Dominicana, ha dicho Francisco Torres, para la acusación particular, "la ve una sola vez en cuatro años" y se mete en la prostitución en Burgos, casándose con Miguel Ángel Redondo.
La niña murió a los pocos meses de traerla a España pero la pareja tuvo a otra hija, Judith Redondo Quezada.
La Sra. Redondo testificó que había "años en los que no ha hablado con su madre" y Quezada usó las mismas palabras para articular una denuncia en Burgos que ahora ha usado para intentar implicar a Gabriel en su propia muerte: "negra, vete a tu país".
"No todo el mundo tiene la fortuna de tener una vida fácil", ha sostenido el Sr. Hernández Thiel en defensa de su cliente; todo lo de Burgos es irrelevante para este caso. No tiene antecedentes penales o policiales y aunque en su juventud hubiera trabajado en la prostitución, estuvo 17 años casada con el Sr. Redondo.
"¿Qué la relación con su hija no era perfecta? Esto puede pasar en muchas familias". Al mencionar los letrados a la hija pequeña de la acusada—que murió de manera accidental en Burgos—y su paso por la prostitución, Quezada ha empezado a sollozar y la magistrada le ha pedido que se serenase.
Hay "una laguna en la investigación de la Guardia Civil" que representa el tema del movimiento de las herramientas entre Las Hortichuelas y Rodalquilar, "un paraje desértico y apartado", ha dicho el Sr. Torres, donde "ningún familiar podía acudir" aquella tarde.
"Fomenta la coartada" sugiriendo que había invitado a la abuela a pintar también.
¿Por qué lo hizo ese día cuando había estado a solas con Gabriel "en muchas ocasiones", se ha preguntado el Sr. Hernández Thiel. ¿Cómo sabía que Mabel, la prima de Gabriel, iba a rechazar una invitación para comer en Las Hortichuelas?
Estuvo en Rodalquilar durante casi 3,5 horas esa tarde.
La Fiscalía ha sostenido que allí se dieron los tres tipos de alevosía para llegar al asesinato: la sorpresa, la convivencia y el desvalimiento, al atacar una adulta a un niño de 8 años, "confiado e inocente", que pesaba 25 kilos, "en su íntimo entorno familiar". Fue un ataque "repentino, imprevisible" en un momento en la que la acusada era "mucho más corpulenta".
El resultado del juicio gira entorno a cómo murió Gabriel pero la Fiscalía y la acusación no están de acuerdo.
La Sra. Fernández ha sostenido, en base a la autopsia realizado por los forenses del Instituto de Medicina Legal—juntos han practicado "miles de autopsias, cientos de autopsias de niños"—que la causa de la muerte fue únicamente la anoxia anóxica: Quezada asfixió a Gabriel con "una fuerza desproporcionada" en un ataque único que duró entre 10 y 20 minutos. Los traumatismos en la cabeza serían compatibles con la aplicación de esa fuerza sobre el niño y "golpes repetidos" contra el suelo o la pared.
"El niño se resistió muchísimo", ha contado: "no es fácil matar a un niño ni a nadie", "claro que sufrió".
El Sr. Torres ha sostenido, en base a un informe pericial de parte realizado por un internista y un especialista en cuidados intensivos, que Gabriel "fue golpeado violenta y reiteradamente en la cabeza" con el hacha, que quedó "en estado confusional" durante 45 a 90 minutos, "agonizando", y que luego Quezada lo remató en el suelo "de rodillas sobre él" con la asfixia, antes de desnudarlo, intentar descuartizarlo y ponerse a "requetefregar el suelo".
Es decir, la acusación particular cree que hubo ensañamiento. "Posiblemente, se podría haber salvado a Gabriel", ha dicho.
Ambas partes defienden que sus versiones son compatibles con las heridas descritas en la autopsia. Aunque el testimonio de los expertos fue a puerta cerrada ayer, este periodista ha podido comprobar tanto el informe de la autopsia como el de los peritos de la acusación particular.
La autopsia data la muerte de Gabriel entre las 15:30 y las 16:30 horas del día 27 de febrero de 2018, menos de una hora después de dejar la casa de la abuela en las Hortichuelas en compañía de Quezada.
Las heridas "no son compatibles ninguno de ellos con un golpe con un objeto contundente" sino que se producen por "una presión ejercida contra el suelo", ha dicho la Sra. Fernández, defendiendo "una versión totalmente contraria" a la del Sr. Torres: "no hay síntomas de niño apaleado". Sus expertos "serán excelentes médicos en su especialidad" pero tienen un "absoluto desconocimiento de la medicina forense" y "no han participado en la autopsia del niño".
Por su parte, el Sr. Torres ha dicho que "no entiendo absolutamente nada" y que le ha parecido extraño que la fiscal decidiera "meterse con este molesto letrado" en vez de con la defensa de la acusada. Ha sido "absolutamente surrealista". Los forenses de autopsias ven cadáveres pero "no ven cómo una persona se va apagando".
"El punto de vista de los forenses no tiene sentido desde el punto de vista de la lógica".
Tampoco han estado de acuerdo sobre el ADN de Gabriel y el hacha: según la Fiscalía, llegó a la herramienta porque la acusada cogió la herramienta para intentar seccionarle el brazo después; según la acusación particular, "llevaba ADN del castañazo que le dio con el hacha" y la herramienta no llevaba las huellas dactilares de Gabriel.
Desde luego la defensa de Quezada ha notado "las distintas versiones" de las partes acusatorias y ha reconocido el "buen criterio" de los forenses que realizaron la autopsia que ha descrito la fiscal. Esteban Hernández Thiel ha rechazado de plano los argumentos que alegan la premeditación, la preparación de cualquier plan para matar a Gabriel o el ensañamiento.
"Yo creo que todos podemos lamentar la muerte de un niño en tan trágicas circunstancias", ha dicho, añadiendo que "si fue premeditado, fue la mayor chapuza que aquí se ha visto jamás".
Los forenses de la Guardia Civil han testificado que no había ni sangre ni ADN de Gabriel en la fregona, en el suelo o en la piedras de la finca, y no hay rastro de sustancias tóxicas en el cabello del menor en los 12 meses anteriores.
"Hay mil formas más de hacerlo si todo fuese tan planificado", ha argumentado: "¿no sería más simple pegarle un palazo o un hachazo en la cabeza?'", teniendo esas herramientas y otras disponibles en la finca ese día.
Los mismos forenses testificaron, según el letrado, que el método por el que mató a Gabriel era "extremadamente raro".
Si tan decidida estaba que iba a descuartizar a Gabriel—como sostiene la acusación particular—"¿por qué no seguía más?" con el plan macabro en las 3,5 horas que tenía para ejecutarlo antes de recibir la primera llamada del padre a las 18:55 horas aquel 27 de febrero de 2018, avisándole de que la abuela no encontraba al niño.
El jurado tendrá que decidir si la intención de Quezada era acallar a Gabriel, como ella ha sostenido desde el principio, o si cambió en algún momento y contempló la posibilidad de que su acción podría darle muerte. Dicho cambio daría lugar al dolo eventual y una condena por homicidio doloso, no asesinato.
Si, como también sostiene la acusación particular con su informe pericial médico, la acusada le propinó al niño "una somanta de palos", ¿dónde están las pruebas?, se ha preguntado el Sr. Hernández Thiel—"algo de sangre saldría"—y, ¿dónde están las contusiones de los golpes en el cadáver de Gabriel?
La defensa ha sostenido que el tiempo de asfixia sólo fue de dos a tres minutos, frente a los 10 a 20 minutos que ha sostenido la Fiscalía. "Personalmente, conozco a la campeona mundial de apnea", ha dicho el letrado, "una colombiana", y ella solo aguanta tres minutos.
La forma en la que mató a Gabriel coincide "entendemos que plenamente" con el relato de los forenses del Instituto de Medicina Legal.
"Cuando es un accidente, uno reclama ayuda", ha precisado el Sr. Torres.
El hoyo que cavó para esconder el cadáver—a tan solo dos metros de la puerta de la habitación donde lo mató—sólo medía 10 centímetros de profundidad. Lo tapó a su manera con un montón de maderas y "dejó allí las herramientas y todo", según su defensa.
Con respecto a las acciones de Quezada en las dos semanas posteriores—que toda España presenció en la televisión y que en el juicio han adoptado la forma de acusaciones por lesiones psíquicas y contra la integridad moral—de nuevo ha aparecido el concepto de dolo: "¿quería generar un daño [a los padres, a propósito] o [sólo] quería tapar lo que había hecho?".
"No voy a ser yo quien alabe" su conducta en ese periodo, ha dicho el Sr. Hernández Thiel, pero si quería "perder" su móvil a propósito, ¿por qué lo dejó encendido en un lugar cercano a donde sería encontrado por una amiga media hora después, y después de anunciar a todos que lo había perdido?
"Infalible no es ni la Guardia Civil", ha sugerido, quienes "no buscan ni en la finca de Rodalquilar".
"¿Cómo dices a tu pareja 'acabo de matar a tu hijo'?"
Dejó la camiseta blanca "a prácticamente un kilómetro de la casa de Sergio", su ex marido.
A la prima Mabel, ha dicho la fiscal, le llevó a Rodalquilar para apilar maderas encima de Gabriel. Adoptó una actitud "proactiva", "el papel de portavoz" e incluso dirigió "las labores de la Guardia Civil".
Cuando llegó el momento de desenterrar el cadáver "no sabía qué hacer con él" y acabó conduciendo a la otra casa donde vivía con el Sr. Cruz, en Vicar. Tras su detención el 11 de marzo de 2018 en ese pueblo, "antes de hablar con su abogado, ya relata que fue un accidente", ha asegurado el Sr. Hernández Thiel.
En la reconstrucción de los hechos que tuvo lugar el 13 de marzo de 2018 en presencia del magistrado instructor y la fiscal: "no hace la más mínima referencia al niño que acaba de matar, y mucho menos a la madre", ha dicho la Sra. Fernández.
Los padres "tuvieron que soportar meses y meses de tertulias" y especulación y "meses y meses" esperando que un juez les autorizara incinerar el cuerpo de su hijo, ha argumentado el Sr. Torres: son "gente destrozada de por vida, sobre todo la madre".
La semana pasada mantuvo "la cara de absoluta asesina" mientras testificaba la madre de Gabriel, Patricia Ramírez.
"¿Cómo se puede ser tan perverso, tan ruin?", se preguntaba el letrado: "estamos convencidos que es una auténtica asesina".
"Esta mujer no tiene derecho a respirar el mismo aire que nosotros […] con toda seguridad va a matar a más niños. Estoy convencido de que Gabriel no es el primero".
El séptimo día ha terminado igual que ha empezado, con Quezada pidiendo perdón, esta vez en voz alta en su turno de última palabra ante el tribunal: a los familiares de Gabriel, a sus padres, a su propia familia e hija, y "a toda España" por lo que hizo.
"Que Dios me perdone".
La Fiscalía y la acusación particular mantienen sus peticiones de asesinato y de una condena de prisión permanente revisable, con el agravante de parentesco.
La defensa solicita 3 años por homicidio imprudente o, de forma subsidiaria, 15 años por homicidio doloso. Aprecia atenuantes de confesión y arrebato para el delito principal y de actuar bajo el efecto de drogas para los delitos de lesiones psíquicas y contra la integridad moral, para las acciones de la acusada en las dos semanas posteriores a la muerte del niño.
Ana Julia Quezada Cruz (República Dominicana, 1974) está acusada de asesinato con respecto a la muerte de Gabriel Cruz, 8 años, en marzo de 2018, de dos delitos de lesiones psicológicas, con respecto a los padres del niño, Patricia Ramírez y Ángel Cruz, y de un delito contra la integridad moral, con respecto al padre.
Mañana por la mañana se le entregará al jurado el objeto del veredicto, la lista de preguntas sobre las que tienen que decidirse, en la Audiencia Provincial de Almería, y comenzarán sus deliberaciones. El jurado de 9 personas, compuesto de siete mujeres y dos hombres, está presidido por la magistrada Alejandra Dodero.