El problema son las imágenes en las teles, no el lápiz
(16/11/2021) Solucionar el problema para todos requeriría de un amplio debate sistémico que actualmente no existe.
(Original publicado: 16/11/2021)
El juez de la Audiencia de Huelva, Florentino Ruiz Yamuza, ha publicado hoy su auto con el razonamiento para echar a todos los periodistas de todo el juicio por el asesinato de Laura Luelmo. Todas las partes se lo pedían, él consultó con el jurado y lógicamente ha argumentado que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, el Tribunal Supremo, la Constitución Española, la Ley del Poder Judicial, la Ley del Jurado, la Ley del Enjuiciamiento Criminal y el Estatuto de la Víctima respaldan su decisisón.
El precedente está sentado, copien o no otros jueces en juicios futuros el formato de Yamuza. Si lo hicieran, no tendríamos información alguna en España sobre los juicios por los delitos más graves porque siempre se podría argumentar, como han hecho hoy desde Huelva, que la memoria o la dignidad de la víctima o sus familiares van a ser afectadas.
Las partes afectadas por el cierre total, en este caso la sociedad más amplia a través de los medios de comunicación, no son parte del juicio y no pueden presentar recurso o escrito formal alguno ante el tribunal para que reconsidere o rectifique.
En el juicio por el asesinato de Gabriel Cruz en Almería hace dos años, el mismo TSJA lo organizó bastante bien ante una petición similiar de la familia para que todo el juicio fuera a puerta cerrada. La magistrada no consultó con el jurado y decidió ella sola restringir el acceso a los testimonios de los padres y familiares y de la sesión forense.
Cuando testificaron los expertos de criminalística de la Guardia Civil y los agentes que habían sacado las fotos tanto de la asesina sacando el cuerpo del niño de la finca como las del posterior levantamiento del cadáver del coche, hubo redactores en la sala de vistas pero el TSJA cortó la señal de vídeo hasta la sala de prensa para que esas imágenes jamás salieran en la tele o los digitales en Internet.
E hicieron muy bien. Eran horribles. Ningún padre querría que eso se viera fuera del tribunal.
Derecho tienen también, según la ley, a que no se les haga fotos o que no se les grabe en el juicio, si quieren solicitarlo al juez. No tienen ni que ver al acusado si no quieren. Sacan pantallas para eso. El problema son las imágenes y el tratamiento que se les da en las televisiones. El ritmo y la intensidad y la falta de seriedad de muchos programas a la hora de relatar los juicios.
Pero no por eso podemos convertirnos en Corea de Norte y cerrar todo en todos los formatos. Solucionarlo para todos requeriría de un largo y amplio debate sistémico sobre periodismo, medios, tecnologías, atención, juicios, víctimas y familiares. Los partidos no están, de momento, para eso, pero no sería un tema sin solución.
Lo más importante desde el punto de vista del periodismo serio no son las imágenes, que es lo que indigna a los familiares. Sí lo es el contraste y la crónica de lo que ocurre en la sala, y cómo encajan los testimonios de todos con lo que ya han contado los primeros, el relato de los hechos que va saliendo, y el comportamiento y actitudes de todos en la sala.
Porque en un juicio, necesariamente, todo son versiones de parte. La Fiscalía propone una versión, la defensa del acusado otra, y el abogado de los familiares la tercera. De eso se trata. Luego van desfilando los testigos, peritos y expertos y respaldan o desmienten un aspecto u otro.
Lo mínimo exigible desde la perspectiva del periodismo serio sería que siempre fuera permitida la presencia de redactores con lápiz y libreta (y no veo por qué no un portátil silenciado para hacer una crónica escrita en directo) en la sala de vistas, testificara quien testificara y se viera lo que se viera, para poder realizar ese ejercicio de contraste y crónica en nombre de todos a nivel público.