Feijóo: ¿manos seguras, un significante vacío soso, o el heraldo de políticas reaccionarias de extrema derecha por toda España?
El candidato popular a Moncloa esquiva las preguntas sobre llegar a acuerdos con Vox o sobre el nombramiento de Abascal como Vicepresidente.
Anoche le tocó el turno al líder del PP Feijóo en El Hormiguero. Yo esperaba que mostrara cierto grado de arrogancia y que cometiera algún error garrafal después de sus últimos discursos estos días. No hizo ninguna de las dos cosas. Su retórica es más técnica y formal, y carece de la energía y la convicción si le comparamos con Sánchez, y le falta el narcisismo manifiesto del Presidente del Gobierno, pero muchos votantes ven esto como una cualidad favorable.
Algunos dirían que Feijóo representa manos seguras, sensatas y firmes para administrar el país después de un período nacional más bien volátil. Otros dirían que es otro gallego aburrido y soso, una especie de mediocre gerente de sucursal de banco de provincias, Rajoy sin barba. O al menos intenta proyectar esa imagen pública.
Intentó enmarcarse a sí mismo como el primer chaval de pueblo en convertirse en Presidente del Gobierno, un triunfo de la democracia española y la movilidad social, pero luego hizo alarde de todos los años que vivió en el palacio de Presidencia en Galicia, con hermosas vistas a la Catedral de Santiago. Se le olvidó mencionar a Adolfo Suárez, nacido en el pueblo de Cebreros, Ávila.
Después de no saber hacer multiplicación básica el día anterior y de acusar al Presidente del Gobierno de querer matar a los votantes de calor en las elecciones de julio, consiguió no meter la pata anoche, aunque hubo algo de escándalo en Twitter sobre el precio de un kilo de naranjas: Feijóo dijo 0,12 euros, lo que hizo que todos se preguntaran dónde estaba ese supermercado tan barato. Sus partidarios insistían más tarde en que se refería al precio mayorista que se le paga a los agricultores, no al precio en los supermercados.
Feijóo dijo algunas cosas relevantes sobre Vox y esquivó algunas otras pero ninguna de ellas aclaró realmente cómo sería un gobierno de coalición PP-Vox. Sigue sin aclarar la cuestión de Vox, tras dos semanas enfangado en el asunto.
Preguntado sobre si nombraría a Abascal (Vox) como Vicepresidente, Feijóo no lo desmintió pero contestó que ya tenía en mente un nombre para una Vicepresidenta. Eso no es una respuesta sincera, porque el sistema español no impide que se nombren varios Vicepresidentes a la vez: Sánchez ha tenido hasta cuatro. Nada impide a Feijóo nombrar Vicepresidente a la señora que tiene en mente y Abascal también.
Preguntado sobre los tratos post-electorales con Vox y sobre tener que elegir entre geometría variable para llegar al poder y cuestiones ideológicas que podrían ser líneas rojas en cualquier negociación, Feijóo volvió a esquivar la pregunta, contestando con Sánchez y cambiando a Vox por Bildu: “ Yo no soy Pedro Sánchez, no voy a hacer un trato con Bildu”.
Y preguntado por el aborto y las adolescentes embarazadas, dijo que deben decidir los padres y los jueces; sobre la eutanasia, dijo que los comités de bioética deberían tener la última palabra. Dijo que quitaría el Ministerio de Igualdad—los nuevos Ayuntamientos de PP y Vox en distintas partes del país ya han comenzado a quitar concejalías municipales de igualdad—para hacerse cargo él mismo, personalmente, de esa cartera desde Moncloa.
En mi opinión, las preguntas del presentador del Hormiguero fueron incluso peores que con Sánchez la noche anterior, pero de nuevo muchos lectores en Twitter han discrepado, argumentando que fue una conversación más normal sin que el Presidente del Gobierno interrumpiera al presentador todo el rato.
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A Motos se le veía un pelín más relajado con Feijoo