Feijóo no es un misterioso Sun Tzu gallego
La falta de claridad mental en el PP sobre Vox es un problema estratégico
Se están diciendo muchas tonterías sobre el PP y su estrategia, o la falta de ella, con Vox: que si geometría variable porque el porcentjae de votos en cada comunidad, que si Feijóo dijo que la libertad de los barones, o que Feijóo en el fondo está siendo muy listo, con su perfil bajo, sin meterse mucho, cual misterioso Sun Tzu gallego. Son formas de intentar justificar a posteriori el evidente caos y la falta de claridad mental que padecen.
Anoche se supo de otro bandazo ideológico con al anuncio de un acuerdo entre el PP y Vox en Aragón. Valencia sí, ahora Aragón también, son grandes amigos, pero en Extremadura y Murcia ni hablar, son la peste. Esta mañana, El Confidencial lleva en portada que voces internas del PP piden “un golpe de autoridad de Feijóo” por el “caos” con Vox y el “desgobierno” de la dirección nacional. Feijóo oposita estas semanas para Presidente del Gobierno, para marcar el rumbo de la Nación. Si no sabe poner órden en casa primero, mal nos irá a todos.
Los distintos niveles de la estrategia tienen sus pasos y su jerarquía. Las alianzas con o las actitudes hacia otras formaciones competidoras que tienen valores y principios distintos son una cuestión para la gran estrategia del partido, para el largo plazo, para ese nivel que abarca todo lo que pretendemos ser y llevar a cabo, a nivel de la definición del proyecto y su promesa básica, hacia dentro para los militantes y mandos, y hacia fuera con los demás partidos y los millones de votantes que queremos que nos voten.
Si tenemos clara esa parte, si sabemos que en general a largo plazo vamos a hacer causa común con los otros en dos o tres puntos maestros, podemos empezar a aplicarlo al siguiente nivel, la estrategia para una fase o campaña concreta. La del 28-M, por ejemplo, que sabían todos que venía desde hace tiempo. “Ante este acontecimiento mayor, y con las encuestas como están, si ganamos pero por poco y hay que pactar con Vox, nuestra estrategia será X”. Que es la pregunta que los periodistas siempre intentan hacer y la que los políticos siempre esquivan porque eso requiere claridad de ideas y comprometerse. Todos quieren ser un significante vacío permanente.
Así cada barón autonómico podría intentar implementar esa estrategia en su campo de batalla de forma coherente, según los valores y las alianzas del partido, de la marca electoral, a nivel nacional. Y así, los votantes tendrían claro lo que están votando realmente.
Arranca la operación 28-M y termina en el día de las elecciones, tras la campaña electoral formal con los mítines y la hiperactividad mediática y las promesas políticas extravagantes. Las papeletas empiezan a caer en las urnas por todo el país. Hay millones de votantes reales sueltos por el Reino. Ya no hay marcha atrás. Alea iacta est. Y el enemigo tiene algo que decir sobre la situación también. Discrepa con lo que proponemos nosotros, se opone, nos mete palos en las ruedas. Él también quiere más votos.
Y cada día de la operación, pasan cosas en la actualidad, a nivel de batallas tácticas, ante las que tenemos que reaccionar, que a menudo son sorpresas que nadie se esperaba, y mientras, también a menudo, no tenemos muy claro lo que realmente está pasando. Gratis no nos va a salir nuestro sueño, aún en el hipotético caso de que tuviéramos claros los niveles anteriores. Y en cada territorio en el que intentamos llevar a cabo la operación, surgen marrones distintos que luego, si miramos el todo desde cierta distancia, tienen cierto parecido y que se podrían afrontar con soluciones globales.
Cuando el sol se levantaba el día 29 de mayo, la batalla del 28-M había dejado destrozos por todo el país. Para terminar de conquistar algunos montes autonómicos y municipales, el PP y Vox tendrían que luchar juntos un rato, aún a disgusto o desprecio mútuo, por derechita cobarde o por cafres nacionalistas. El Presidente del Gobierno, en el bando enemigo y más hábil o matón en estas cuestiones, anunció inmediatamente, esa misma mañana, y sin dar a nadie tiempo para respirar, que comenzaba la Operación 23-J, la Batalla por la Nación, de inmediato, aplastando a los rivales más débiles en cuestión de días y creando caos y confusión en el bando enemigo.
Y así estamos, cuatro semanas después. Por falta de claridad mental a nivel gran estratégico o estratégico, por falta de liderazgo y de organización, el PP está tratando cuestiones mayores sobre su actitud hacia o sus posibles alianzas con Vox—evidentes para los votantes o los columnistas—como un asunto táctico, una reacción desordenada en el día a día inmediato, esperando que nadie se dé cuenta, cuando corresponde una decisión al más alto nivel, para marcar el rumbo del todo a largo plazo. No se puede ser Carlos Mazón y María Guardiola, condescendiente con la violencia machista y firmemente opuesto a ella, quitando concejalías de Igualdad y jurando luchar por el feminismo, al mismo tiempo.
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