¿Nombraría Pedro Sánchez a un ministro de Esquerra?
(03/05/2019) Los españoles, en su conjunto, votaron más izquierda y más nacionalistas. ¿Hay una oportunidad para solucionar el problema separatista?
(Original publicado: 03/05/2019)
El PSOE ha ganado las elecciones generales pero sin mayoría absoluta, a pesar de haber aumentado sus diputados en el Congreso en un 45%, de 85 a 123. Pedro Sánchez podría intentar gobernar únicamente con apoyos parlamentarios. La Vicepresidenta, Carmen Calvo, dijo el lunes que el partido "va a intentar un gobierno en solitario".
La opción de centro-izquierda con Ciudadanos, que querrían en Bruselas y en las grandes empresas, sumaría 180 escaños, pero Inés Arrimadas descartó apoyar o votar a favor del Sr. Sánchez el lunes.
A Pablo Iglesias le gustaría que hubiese un Gobierno de coalición con el PSOE pero un acuerdo de izquierdas bipartidista, asumiendo que Compromís en Valencia aceptara participar, solo sumaría 166 escaños, a 10 de la mayoría.
¿Hay otra opción de coalición que sería coherente con lo que votaron los españoles a nivel nacional, que además sería un intento audaz de solucionar el problema separatista? Es posible. Veamos los números.
Votaron muchos españoles el domingo. La participación, del 75,75%, fue la sexta más alta en las catorce elecciones generales celebradas desde 1977.
España no votó más derechas (PP, Ciudadanos y Vox) sino más izquierdas (PSOE y Podemos) y más nacionalistas y regionalistas, y no sólo en Cataluña y el País Vasco.
El bloque de izquierdas sumó 855.000 votos, comparado con 2016, el 43% de los votos; el bloque de derechas sumó sólo 40.000 votos y perdió 3,45 puntos; y los nacionalistas y regionalistas, en su conjunto, lograron aumentar en 797.000 votos y 3,30 puntos porcentuales.
1,6 millones de votos fueron hacia la izquierda y hacia los nacionalistas.
En escaños, eso se tradujo en que el bloque de derechas perdiera 22 diputados y que la izquierda y los nacionalistas-regionalistas sumaran 10 y 12 escaños respectivamente.
Dentro del bloque nacionalista—en el que hubo más escaños para partidos en Cataluña, el País Vasco, Canarias, Navarra y Cantabria—destaca un partido: Esquerra (ERC), que obtuvo 383.000 votos adicionales, 1,26 puntos más, seis escaños más en el Congreso.
El líder del partido, Oriol Junqueras, está acusado de rebelión en el Tribunal Supremo y se enfrenta a décadas en la cárcel si es condenado. Otros cuatro acusados, Carme Forcadell, Raul Romeva, Dolors Bassa y Carles Mundó, también son de Esquerra.
Esto hace que cualquier cálculo político sea extremadamente delicado. Los separatistas quieren que se libere a sus líderes y presionarán para obtener un indulto si son condenados dentro de unos meses. Es un poder que tiene el gobierno español, siempre y cuando se cumplan ciertos requisitos primero, pero tal clemencia podría causar una fusión del núcleo político en el resto del país.
El bloque de derechas ha desaparecido en el País Vasco, con cero escaños entre los tres partidos. En Cataluña, Ciudadanos sólo ha podido mantener sus cinco escaños mientras el PP ha bajado de seis a uno, con otro para Vox.
Los tres partidos de derechas ofrecían para Cataluña distintas versiones otra aplicación del Artículo 155 y de la recentralización de competencias. El domingo fue una elección general, no un referéndum, pero a efectos prácticos los españoles han hablado sobre eso también.
En términos de soluciones para el problema, España ha intentado la opción del "no" del Sr. Rajoy, políticamente poco creativa pero coherente, y ha intentado en los últimos meses la opción de "diálogo" del Sr. Sánchez, signifique lo signifique eso.
Los separatistas han intentado su declaración unilateral de independencia, para la cual nunca estuvieron preparados en realidad, y los españoles acaban de rechazar en las urna otro Artículo 155 (recuerden que ahora el PSOE controla el Senado).
Los separatistas todavía quieren votar y España todavía no se lo puede permitir porque la Constitución. Se requiere, pues, cierta creatividad realista.
¿Qué pasaría si un Pedro Sánchez envalentonado emprendiera un amplio proyecto de reforma constitucional e incluyera a un ministro de Esquerra en su nuevo gobierno de coalición con Podemos? Incluso podría ofrecerle encargarse de la cuestión territorial.
Sin duda, los demás partidos querrían incluir otros temas: la reforma electoral suele estar en esa lista y el Sr. Sánchez dijo durante la campaña que quería incluir la protección constitucional de las pensiones públicas.
La reorganización territorial sería un aspecto de cualquier reforma de ese tipo, y sea cual sea el resultado del proceso, en todo momento tendría que ser constitucional, por lo que Esquerra tendría que renunciar a la opción unilateral.
El camino legal para que un día se permita una votación sobre la independencia catalana sería largo y difícil, pero ha existido en la Constitución desde 1978, y no se ha intentado.
Ese ministro de Esquerra tendría que esforzarse para desarrollar un plan realista que convenciera a todos los españoles—en vez de enajenarlos—de que permitir una votación en Cataluña (y quizás en otras comunidades) podría ser una buena idea, y tendría que hacerse todo dentro de los límites actuales de la Constitución.
El plan sería sometido a votación en todo el país, de acuerdo con los estrictos requisitos actuales contenidos en el Artículo 168, que incluyen un total de cuatro votaciones en las Cortes, todas requiriendo una mayoría de dos tercios, más unas elecciones generales, más un referéndum.
Haría falta trabajar mucho, política y jurídicamente.
Al PSOE desde hace años le gusta la opción "España federal", a pesar de que el sistema español de comunidades autónomas se describe a menudo como un sistema federal *de facto*.
El plan sería arriesgado para el Sr. Sánchez y sería arriesgado para el Sr. Junqueras, pero podría darle a España una legislatura de cuatro años, coherente con lo que el país votó el domingo, y sería un intento audaz y realista de solucionar el problema separatista.
La derecha, muy legítimamente, odiaría esta opción, desde luego, y lucharía con uñas y dientes contra el plan, en cada paso del tortuoso camino, y la odiaría con todo el derecho del mundo. Muchos en la izquierda también se opondrían y el resultado final del intento sería incierto, pero el proceso sería democrático, estaría sujeto a todos los requisitos actuales de la Constitución y haría que las personas trabajasen juntas en la misma dirección después de siete largos años de amargura.