TVE, Pablo Iglesias, el periodismo, la política y el control de los medios en España
Dimitió el Presidente de TVE. El Consejo de Informativos dice que ni hay proyecto ni nadie al timón. El antiguo vicepresidente comunista quiere controlar todo.
Me preguntan qué pienso de la dimisión del Presidente de TVE, Pérez Tornero, y la situación actual de los medios y del periodismo en España (carta completa aquí). Dice que “ya no se dan las condiciones mínimas para el consenso transversal”. El Consejo de Informativos de TVE habla con un lenguaje más accesible: no hay “nadie al timón”.
También en medios y organización esta semana tenemos a Pablo Iglesias y Carmen Calvo defendiendo el control político de los mismos y Pablo Iglesias en Chile diciendo que la tercera parte de los medios para los políticos, la tercera parte para los sindicatos y la tercera parte para los empresarios. Pero todo controlado por alguien.
El poder siempre quiere controlar a los medios independientes para que no podamos hacerles preguntas impertinentes sobre cómo usan y abusan de ese poder, o para que no escribamos análisis sobre una determinada situación que subrayan lo inútiles e incompententes que suelen ser en la realidad.
Ellos sienten esa amenaza y quieren neutralizarla para proteger su imagen y controlar el relato pero los lectores y ciudadanos deberían percibir la amenaza a sus democracias de ese instinto tiránico contrario a una mejor comprensión de la realidad.
Mi primer pensamiento aquí, como siempre con TVE, es ¿cómo leches consiguen no hacer unos informativos históricos llenos de periodismo de máxima calidad para engancharnos a todos a la realidad fascinante de un mundo cambiante todos los días, con 440 millones de euro al año y 1.800 periodistas?
Sólo hay 52 provincias en España. ¿Qué están haciendo todo el día?
Pérez Tornero dice en su carta que entendía que su misión principal era “hacer que RTVE contribuyese a crear una esfera pública sosegada, dialogante y sin polarización” pero que al final “ya no se dan las condiciones mínimas para el consenso transversal [en el consejo de TVE], ni para la conformación de una mayoría plural, estable y coherente; y, en muchas ocasiones, ni tan solo el clima propicio al diálogo que necesitamos para culminar el proyecto”.
Pero si desde que empezamos esta nueva era comunicativa pública, allá por el 2014, los políticos son los primeros interesados en que no haya sosiego, consenso o estabilidad en el debate público. Se pasan el día entre todos viendo quién suelta la frase más polarizada y viral en redes y que más va a calentar al otro bando. Si puede ser con impresora o camiseta o algún detalle visual, como Greenpeace o Amnistía, tanto mejor para los vídeos en redes y salir en la tele.
El Consejo de informativos de TVE ha tuiteado un comunicado con un lenguaje más llano para que los seres normales entendamos lo que está pasando: no hay “nadie al timón”, hay una “falta de proyecto”, “bajas audiencias”, la “marca e identidad desprestigadas” con “contínuo acoso y maltrato público” por parte de los partidos políticos y una “ausencia total de proyecto” para los informativos.
Esto es obvio si te obligas a ver el telediario durante varios días seguidos.
“Aquí en esta empresa, los trabajadores hacen periodismo”, se defiende el Comité: “y quieren seguir haciéndolo. Le pese a quien le pese y le moleste a quien le moleste”.
Sintiéndolo por los que trabajan en TVE, desde fuera no es posible compartir la opiníon de que hacen un periodismo que moleste a ningún político en España.
Los telediarios que hacen entre todos en TVE, con tan gigantesco presupuesto y todos esos medios a su disposición, son repetitivos hasta el aburrimiento, pegados a la línea ideológica de Moncloa y excesivamente simplistas y superficiales en su tratamiento del mundo complejo en el que vivimos en el 2022, con todos sus problemas y amenazas.
Luego tenemos a Pablo Iglesias en Chile. La cita, según esta cuenta de Twitter, es: “Hay que intervenir los medios. Un tercio de los medios debe ser del poder político, otro tercio de sindicatos y organizaciones vecinales, y el otro tercio del empresariado”.
Eso directamente es la tiranía.
Que los políticos, todos, saquen sus sucias manos de la prensa. A casi todos los medios de España les interesa que los políticos no les dejen en paz porque sus sueldos dependen en gran medida de dinero controlado por los políticos: los presupuestos si hablamos de TVE, la publicidad institucional si hablamos de otros medios, cuando no directamente un plan de rescaste urdido por el Gobierno cual grupo PRISA hace una década. Y eso sólo a nivel nacional. Mejor no hablar de las televisiones autonómicas o las radios y periódicos locales.
A nivel estratégico a largo plazo en una democracia, la prensa debería estar alejada del todo de los políticos, a nivel de ingresos y a nivel del peloteo, contactos y amistades de élite.
Se supone que uno de los papeles fundamentales del periodismo es controlar con investigaciones, artículos y preguntas, en la esfera pública, de manera abierta, a los políticos y a quien ejerza autoridad pública de alguna manera (policías, jueces, etc) de parte de los lectores y de los ciudadanos en general. Con rigor e impertinencia que molesten y exijan a los que sostengan ese poder en cada nivel.
Debería ser una cuestión de principios para los periodistas pero en el 99% de los casos que hemos visto en España en la última década, prima el sueldo y el puesto de trabajo y el qué dirá el jefe o los compañeros o los jefes de los jefes. España no es país de periodismo independiente o del periodismo que quiera molestar mucho al poder. Las trincheras y la polarización y el peloteo constante ocupan casi todo el tablero.
En teoría, con 440 millones al año y 1.800 en tu equipo, además de la tecnología disponible en el 2022, deberías poder solucionar este problema para un país. Pero, claro, como dice Pérez Tornero de manera velada y el Consejo de Informativos de manera más directa, el juego real no es ese.
Los “informativos” de TVE no existen para informar de complejas y molestas realidades. En el mejor de los casos, para sosegar a todos en un debate tranquilo. Pero ni de eso son capaces, según el Presidente saliente.
En el otro extremo, está el deseo de cada lector no sólo de leer artículos y análisis independientes sino también de sacar su tarjeta de crédito para apoyarlo, garantizarlo, valorarlo con 5 ó 10 ó 20 euros al mes. Esa victoria democrática está ahí, al alcance de todos, más que nunca en 2022, si cada uno pone un poco.